La tristeza es una de las emociones reconocidas como básicas,
junto con la alegría y la ira. La sorpresa, el amor, el asco y el miedo forman
el repertorio emocional básico. Los seres humanos somos
seres emocionales y tanto las emociones positivas como las negativas cumplen
una función adaptativa y necesaria para el equilibrio psíquico y emocional.
Desde la infancia nos enseñan a reprimir nuestras lágrimas y
en su lugar mostrar la mejor sonrisa como si nada estuviera pasando. Sin
embargo, es muy importante ayudar a los niños a gestionarla.
Cuando una persona adulta se siente triste logra identificar
su emoción, reconoce lo que esta sintiendo y lo expresa como “ESTOY TRISTE O
DEPRIMIDO”. En ocasiones, los adultos además de lograr identificar su emoción
tienen estrategias para poder darle un buen manejo, sin embargo un niño cuando
se encuentra triste realmente desconoce lo que lo que le sucede; el dolor y la
tristeza pueden estar presentes en edades tempranas sin saber como canalizarlas. Los niños pequeños no tienen palabras para
expresar lo que sienten o no pueden dar un nombre a esa sensación poco agradable
que sienten. Por eso, muchas veces los
niños manifiestan su tristeza a través de su comportamiento, ya sea agresividad,
aislamiento, hiperactividad, hipoactividad, exceso en el dormir o falta de
sueño.

En ocasiones, los niños llaman la atención por medio de un mal
comportamiento debido a que los padres se muestran cada vez más ocupados y
alejados de sus hijos y una forma de llamar su atención es portándose mal.
Las manifestaciones emocionales en los niños causan mucho
rechazo en los padres; el sentirse enfadado o triste puede no lograr el efecto
de atención y entendimiento por parte de los padres ya que se maneja como algo
malo ocasionando que los niños lo vivan sin comprender lo que les sucede reprimiendo
sus emociones y reaccionando con mayor irritabilidad o agresividad.

El que los padres lo vean como un mal comportamiento provoca
que sea mal manejado algo que solo era una emoción en busca de ser expresada, de
ahí la importancia de que las emociones sean bien reconocidas y encauzadas por
los padres o adultos a cargo del niño.
La tristeza es una emoción presente en la vida de los niños,
por lo que es necesario que ayudemos a gestionarla. La tristeza es una emoción básica
y es necesario sentirla, expresarla y dejarla ir.

No podemos evitar que los niños se sientan tristes pero si podemos acompañarlos en sus emociones, además de enseñarlos a expresar lo que sienten y a detectar lo que ha generado esa tristeza; es importante tratar de no minimizar la emoción con frases como “ No pasa nada”, “Deja de llorar”, “olvida esto que te paso” ya que eso anula la capacidad de expresión y se le está diciendo que lo que siente carece de importancia.
En conclusión, para manejar la tristeza en los niños es
recomendable utilizar expresiones como:
-Entiendo cómo te sientes.
-Estoy aquí para lo que necesites.
-Juntos podemos buscar la solución.
-Quisiera hacer algo para que te sintieras mejor.
-Sentirse triste no es malo, no hay porque avergonzarse.
-Deseas estar solo o prefieres que este contigo.
